Cuando fuimos a ver La
batalla de Argel allā por Chacarita
un sābado a la tarde y para mė Argelia era Argentina
Fanon mediante
Sartre mediante
Hernāndez Arregui (la formaciōn de la conciencia nacional)
Cooke mediante
Jauretche mediante
Scalabrini mediante
Sorel mediante
Perōn mediante
Arlt mediante
Mariātegui mediante
Gramsci mediante.
Y cuando salimos otro sābado a la tarde
con la bella y delgada Guadalupe A.:
no recuerdo absolutamente nada de lo que charlamos
pero en medio del parque nos besamos ardientemente
y justo en ese momento comenzō a llover a cāntaros
(esas lluvias malditas de verano en que el cielo se cae a pedazos)
de pronto el cielo se oscureciō y toquč suavemente tus piernas tu sexo
y me dijiste: no seas hijo de puta
luego que tomamos varias cervezas
aņo 1993 lo recuerdo perfectamente
lo que no recuerdo ni ahė
es que diablos hablamos aquella tarde: yo tenėa
un libro sobre John William Cooke
sobre la mesa
que solėa llevar en el bolsillo de atrās del lompa
y pasō una bella y mirō dicho broli
en cuestiōn: redundancia y desviaciōn
Cohen dixit
mientras escucho una sinfonėa
de Anton Bruckner
yo fungėa como profesor de baile
y las jōvenes me observaban: yo las tenėa entre mis brazos
mientras bailābamos unos buenos Tangos
y luego volvėamos a estar abrazados desnudos y llenos de luz
en medio de la oscuridad
de las sābanas blancas
las moscas y mosquitos
en medio de los besos mās ardientes y hųmedos
Ay hermosa dama, si volviera una vez mās
por la ųltima vez
a besar tu sexo como en aquellos tiempos
hace exactamente una eternidad
y cerrabas los ojos o los ponėas en blanco
y tomaras mi cabeza entre tus manos
pronunciando mi hermoso nombre de pila
en homenaje, en honor al famoso piloto hoy
injustamente olvidado: Gastōn Perkins.
Si tan solo volvieras a besar mi boca
de motu propio
como en aquellos tiempos lejanos
como en aquella lejana čpoca
en que abrėamos las puertas de los mās pobres hoteles
o de lo contrario, nos sentābamos en los bancos de las plazas
por las noches
en medio y debajo de la sombrėa nocturna arboleda.
Si tan solo volvieras a mirarme a los ojos
mientras besas mi sexo
mientras dulce y llena de saliva caliente lo lames
por no decir lo chupas, lo succionas
que aųn parece queda mal
poco apropiado tal vez para un poema.
Pero es que me mirabas a los ojos
mientras relamėas el centro de mi cuerpo
desenredabas mi ombligo con tu lengua
mientras me mirabas fijamente a los ojos
y gemėas exactamente como una perra en celo
como una gata en celo
cuyos ojos fulguran en la oscuridad total de la noche
como dos llamas flameando como dos banderas de fuego rojo nocturno.
Si tan solo volvieras a tocarme con tus dos manos
tus delicadas manos
tus largas uņas pintadas
con la palma de tu mano.
Si tan solo volvieras a tenderte boca arriba en la cama
con las piernas bien abiertas
y te cogiera fuerte y dulcemente
y te llenara la vulva de seminal esperma
como si se tratara de fecundar a una giganta
la giganta de Baudelaire
Tuņōn mediante
Cedrōn mediante
Bruckner mediante.
O si tan solo volvieras a ponerte en cuatro piernas
y volviera a cogerte una y otra vez
como en el pasado
suave y fuerte y duramente
como corresponde al macho cabrėo
como si no fučramos dos humanos
sino una māquina animal de ocho miembros
una māquina animal de toda clase de bufidos y gemidos
una māquina erōtica y bāsicamente pornogrāfica
en medio de la noche y del mundo
solos en medio de la vida y del universo
al solo objeto de alcanzar
ese relāmpago
ese dulce terremoto interior
que suelen denominar
orgasmo.
Ah si tan solo volvieras a amarme locamente por ųltima vez
en medio de la noche y en los mās pobres hoteles
o en los parques pųblicos
parados y apoyados frente a un gran ārbol centenario
un alto ārbol milenario que trepaba hasta las estrellas
mientras cerrabas los ojos y gemėas
como una gacela en celo.